24.4.16

(Casi) Una historia de amor

Obnubilado. Despistado. Hambriento de historias y de piel. Así era él o, al menos, así se lo imaginaba ella. Todo lo contrario a ese prototípico personaje masculino que el amor romántico se había encargado de grabar a fuego en sus sueños. Él ladraba, mordía, leía labios y emborrachaba corazones con botellas de vidrio que bebían del color de sus ojos. Daba lugar a bonitas mañanas de resaca entre sábanas blancas y el murmullo de aquella panadería que encendía el hambre que solo aprieta a la hora del desayuno.

Era desastre, caos y una buena cantidad de libros a medio terminar. Era equilibrio, plenitud y disciplina. Chocaban venturosos y corrían entre dos aguas sin temor a salpicar. Respiraban fuerte, irradiaban calor y dominaban articulaciones, huesos, pulmones y, por muy poco, casi corazón. Latían juntos y algún ventrículo dejaba de funcionar cuando se notaban distantes. Eran (casi) todo lo que ella siempre quiso. Eran (casi) todo lo que él siempre negó. 

Y emulando un microcuento: un día al despertar, ella ya nunca estaba ahí. 

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