25.9.16

Eres maravillosa pero... (o las palabras que pongo en tu boca)

Eres maravillosa pero hay días en los que corres, saltas y gritas demasiado. Hay días en los que eres tan sofisticada como me imagino a las señoritas burguesas londinenses a la hora del té. Ríes dulce y lloras en silencio, con tus labios gruesos templados, como una fruta a punto de madurar. Eres maravillosa y tu boca es maravillosa pero…

Eres maravillosa porque siempre quieres ir más allá pero tengo que reconocer que hay instantes en los que tu conformismo me abruma. Eres maravillosa por nuestras noches en círculo repitiendo meticulosamente conversaciones y movimientos. Eres maravillosa pero a veces rítmica y otras, monótona. Eres maravillosa pero cambiante y temperamental. A veces.

Eres maravillosa pero creo que hay alguien que me interesa más. Eres maravillosa pero no sé si podríamos ser amigos. Eres maravillosa pero soy cobarde y quiero y no quiero y te vuelvo a odiar de nuevo. Eres maravillosa por tu voz dulce al otro lado del teléfono pero a veces extraño que no me llames. Eres maravillosamente compleja y siempre piensas cinco o seis veces antes de actuar. Eres calmada pero impulsiva, aunque a veces extrañe tus abrazos más de lo permitido.

Eres gacela y también tortuga, eres mi casa. Maravillosa en los tres casos pero demasiado instintiva en cualquiera de ellos. Eres maravillosamente dolorosa y también sanadora, pero hay tardes en las que necesito otra cosa. Eres empática, cercana, suave… Pero siempre algo egoísta. Eres callada, maravillosamente habladora con las manos, pero callada en todo lo demás.


Y entre mi encanto maravilloso y sus peros inauditos, se alienaron las pieles y los tiempos y amanecimos en el mismo lugar casi sin planearlo.

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