No será fácil para ti, desde
luego que no, pero confío en que algún
día comprendas que la simetría no siempre resulta humana. ¿Acaso has oído
hablar de la solidaridad simétrica o de la ternura equilibrada? Ni el mundo
resulta matemático ni la belleza se ha medido nunca por los gramos de
maquillaje que te ocultan. Así es, puedes juzgar la diferencia y reírte de las
aspiraciones utópicas del otro. Te diría que, incluso, puedes mirar por encima
de tu hombro empolvado de soberbia. O empolvar
la soberbia de los otros con una buena cantidad de ego irracional. Puedes
hacerlo todo y sentirte poderoso ahí arriba, en ese trono andrajoso construido a
base de pisotones. Supongo que te resulta fácil esa vida de sonrisas perfectas
y burbujas de champagne. Y supongo también que tu intelecto no te permite
concebir que haya amor en unos dientes mellados o en un refresco a las seis.
Gracias por hacerme sentir que no
soy como tú. Gracias, de verdad, porque dudo que pudiese resistir la monotonía
del tejado bajo el que te resguardas.
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