Entre sus recobecos, a veces absurdos, guarda vértices. Se enrosca en torno a una idea y crece a medida que la luna cambia su forma. Uno siempre sabe donde comienza; allí donde algo te hizo reflexionar más de lo debido...pero ¿dónde termina? Su opacidad redondeada no muestra una pista y aún intentando seguir su recorrido con el dedo índice, me pierdo en sus curvas a medio emborronar. Hay tramos en los que la encuentro difusa e intenta trazar una división de carriles de ida y vuelta. Yo siempre voy porque, como es lógico, nunca sabes cuando comenzar la huida que te lleve de vuelta. Despacio, muy despacio, casi puedo paladear su forma y moverme a su ritmo. Esta vez no corre, presiento que ha tejido su tela de espiral para quedarse aquí una temporada.
-Hasta la proxima vez que pases el plumero _ me dice desde la esquina de la calle autodestrucción con la calle autosatisfacción.
estas entradas no te pegan, las espirales autodestructivas dejamelas a mí o a tu lista de reproducción! me llevo tu espiral, corre, tienes q salir, salir corriendo!
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