20.11.16

(Micro)machismos de vuelta a casa

Bien entrada la noche, sonaba algo de indie y un silencio sórdido al cruzar la puerta de aquel antro que se había convertido en nuestra segunda casa. En letras luminosas se leía 'Abierto todos los días' y aquellas luces parecían transmitir la energía que nos hacía bailar por la libertad, el amor y la felicidad, rebotando sin parar entre sus paredes rojas.

Era sábado, de esos en los que la noche se vuelve elástica y cada hora tiene lugar un acontecimiento que será reseñable a la mañana siguiente. Horas que resultan una catarsis después de la semana de trabajo, la aburrida oficina de tu amiga con ansias viajeras o la sequía extrema de aquella freelance que pasa los días con pijama y el pelo enmarañado delante de una pantalla.

Catarsis que termina. Besos y cada cual por su lado. Son casi las 6.00 y ahí está la bulliciosa Gran Vía, Montera, Sol, Tirso de Molina y, al fin La Latina. Apenas 20 minutos de trayecto al paso ligero que exige el cansancio. 20 minutos y otra vez, ahí están: micromachismos, palabras asquerosas que se clavan en algún vértice de tu dignidad. Solo porque eres mujer, porque caminas sola y es tarde. No quiero.

Los piropos te regalan los oídos.

Ahora que eres joven tendrás que acostumbrarte a escucharlos.

Eso te pasa por llevar la falda muy corta.

¿Qué te esperabas con ese escote?

Me niego a que nos culpabilicen, a que crean que hay que resignarse y aguantar, a que la escasa capacidad de miras no dé para pensar que el fallo está en la educación. A que tú, querido amigo, bebas para pasártelo bien y yo, yo solo busque provocarte. Que ni me acomodo a ser un pedazo de carne ni me desvanezco ante los gritos de los gallos de pelea.

20 minutos y cuatro incordios. 20 minutos y cuatro hombres que se creyeron graciosos, seductores y poderosos por hacer comentarios lascivos y repugnantemente vulgares. ¿Quién les habrá comparado con poetas de calle por chasquear los dedos y rimar con la bragueta? Precisamente es cultura, educación y respeto lo que falta en esos re(versos).

Quienes se niegan a ver estos pequeños acosos que pesan, que asustan y que te hacen no querer caminar sola e independiente a tu casa, deben cuestionarse por qué no ocurre al contrario. ¿Por qué nunca son las mujeres quienes intimidan a los hombres a su vuelta de una noche de fiesta? ¿Por qué las mujeres no vomitan piropos cuando ven a un hombre atractivo en la calle? ¿Por qué leemos en la columna de opinión de algún diario carca aquello de 'iba pidiendo guerra' para justificar una agresión machista?

Todo se trata de educación sexista y patriarcal. Tú tienes tu lugar por ser una mujer. Él tiene el suyo por tratarse de un hombre.Y no, por suerte, el mundo no funciona así. Educación, esa es la cuestión.

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