3.7.12

Instinto de superdecadencia

Las malas noticias colapsan la programación radiofónica, televisiva, periódica y vital. El pesimismo nubla nuestras vidas, a menos que nos decantemos por el ritmo inconsciente del desenfreno sentimental. Nuestros ojos hablan de ruina y noches a media luz sintiendo el asfalto rústico bajo nuestros pies. Con esas piedras haciendo hincapié en nuestros cimientos, mantenemos nuestras cabezas erguidas para cruzar miradas con el resto. Ojos tristes, caras largas y sonrisas entreabiertas con cierta tendencia a ser cerradura sin candado. Las llaves...en el fondo del mar, al final del mundo o bien ocultas en los bolsillos traseros de un pantalón vaquero. Para hallarlas sobran el falso valor y las ganas de comerse el mundo. Falta la intención de amar y ya empieza a ser palpable el hambre insaciable del instinto.

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