- Bonita palabra. No conozco a nadie que hable como tú- afirmó él.
A continuación comenzó a sonar una banda sonora con súbitos crash como base. Y todo siguió, como siguen las cosas que no tienen mucho sentido, tal y como decía la canción.
Él con sus juegos, sus rarezas, su pasión y ese atractivo que imantaba las nucas.
Ella continuó con su buhardilla, sus letras atrayentes, su gazpacho y alguna serie animada de Netflix en las noches impares.
Queriéndose en la distancia, mimándose sin ser dos.
Tú, (mimé), contigo.
Yo, mi(mo), conmigo.
Tú, (mimé), contigo.
Yo, mi(mo), conmigo.
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