16.5.15

Loving you is exhausting

"Todo esfuerzo tiene su recompensa", nos decían. Y nos esforzábamos, esforzábamos nuestros límites sin importar si era por placer, inquietud o un simple intento de huida hacia adelante. Crecimos reprochándonos a nosotros mismos no estar al 100%, no dejarnos la piel en cada suspiro y, sobre todo, que el tiempo no hubiese hecho de nosotros aquella mujer o aquel hombre ejemplar que nunca se cansaría de comerse el mundo.

Prohibidas las tristezas, las melancolías, los gin tonics nostálgicos y los viajes al pasado. Anteojeras para no ver qué sucede alrededor. Anteojeras que nos libren de los sueños, del amor, del placer, de la felicidad infinita de solo ser.

Crecimos en un teatro de ambiciosos sin alma. Sin embargo, algunos en lugar de prestar atención al escenario, nos quedábamos absortos en aquellos sueños que nos invitaban a una vida de equilibrismo. ¿Me llamas ilusa porque tengo una ilusión? A mí, que me mintieron hasta desgarrar, la ilusión es lo que me queda. Lo que pervive después de escuchar tantas veces que había que formarse, hablar idiomas, escribir, destacar por nuestra oratoria y también ser amable, amigo de tus amigos e hijo ejemplar... Y de nuevo, como en ciclo sin fin, todo esfuerzo tendría su recompensa.

Caímos en el error de creer que lo difícil era siempre lo mejor, que no existían conversaciones banales y que hablar de cine de autor nos haría mejores o, al menos, más bohemios. ¿No conoces a Truffaut? ¡Pues no te ajunto! Nos hicimos mayores en un patio de colegio en el que importaba más parecer que llegar a ser. 

Llegamos a pensar que vivir sería agotador. Un camino sin asfaltar en el que más valdría buscarse compañía si queríamos salir airosos. Por supuesto, en el amor también todo lo difícil era lo mejor: nos lo enseñaron las películas y las canciones y, aunque Sabina nos puso los pies en la tierra, lo cierto es que amar resultaba aún muy complicado. El amor eran palabras, muchas palabras pero, al final, se convertía en un sentimiento muy de barrio, en algo que nos hacía a todos iguales, una desnudez tibia, como de andar por casa. 

Hubo un tiempo en el que el amor me dejaba en los huesos. Me agotaba. Sí, quererte me parecía algo agotador. Y entonces, parafraseé: "todo esfuerzo tendría su recompensa". Que sería yo, no tú. Que algo habría hecho mal si no te habías quedado conmigo. Y me esforcé por gustar más al resto y me olvidé de mimarme más a mí.

Después, toda aquella pantomima terminó y recordé que yo era de las que soñaba y no miraba al escenario. Que no me hacía falta tanto esfuerzo para ser feliz, que solo quería ser y,aunque quererte estaba bien, no era yo la que iba a dejar su vida por ti. Que yo no me canso y que siempre guardo el último suspiro para mí.