21.3.15

Esa aventura vital que es olvidar

El olvido es dejar de recordar y hacernos nudos en los cordones para retener el tiempo. Es navegar en aguas que no nos pertenecen y perder el rumbo que algún día tuvimos claro. Olvidar es dejar caer al vacío los veranos en la playa y la adolescencia de piscina. Es el alzheimer comiéndose la vida a mordiscos mientras el mundo sigue intacto.

Olvidar es no saber qué hay más allá de la zona de confort que nos vio nacer. Es ignorar, despreciar y pensar que ahí fuera nada duele. Olvidar son niños con armas y sin libros. Son sueños de inmigrantes y cuatro millones de parados haciendo cola cada mañana. Olvidar es tantas y tantas veces la consecuencia de prometer, que ya estoy exhausta.

Olvido es México sin Frida. Es el amor sin sexo (quizás también el sexo sin amor, quizás...), un beso sin lengua, una vida sin el dichoso whatsapp. Olvidar es traicionar sin saber, son llantos en las noches de verbena y amores de verano que no tienen tiempo de envejecer. Olvido es ver que pasan los años y noviembre siempre es noviembre, como febrero siempre duele y agosto a veces desgarra. Olvidar es soñar con un cantautor cobarde.

El olvido es mi ciudad tanto tiempo después. Aquel banco que anticipaba amor y aquel kiosco verde que prometía momentos inolvidables. Olvidar es saber que la mancha de la mora es morada y que el tiempo está hecho para reír. El olvido son las fechas sin calendario y las sobremesas con caricias. Una botella de vino y palillos chinos para perpetuarnos en el tiempo. Olvido es temer ser víctima, esclava o depredadora. El que olvida y el olvidado: ellos son olvido.

Olvidar es terapia de grupo con un desamor a los 15 y también es la noche de copas después de romper con el amor de tu vida. Olvido es pensar que existen los príncipes azules y los sapos convertibles. Olvidar es que seas tú mi amor, tan perfecto que no te puedo dejar de mirar. El olvido es León estrenando la primavera y yo... Yo con estos pelos. El olvido es rutina, monotonía, instinto y valentía.

Y aunque no me lo contaron, ahora descubro que de olvidar va la vida: de olvidarnos de nosotros para recordar a los demás y de olvidar a los demás para no dejar de pensar en nosotros. Olvido soy yo y es estar perdidamente enamorada. El clavo que saca a otro clavo y esa pescadilla que siempre se muerde la cola... ¡Todos al olvido!

15.3.15

Mujer y puentes y hombres y puentes

La vela de sándalo se consume mientras avanzan las horas de este domingo inmenso. Se mezclan los olores en la sobremesa, entre el té de canela y ese cigarro a medio fumar. Se apagan las risas con esa facilidad que tienen los días nublados de aislar cualquier pensamiento positivo. Mientras, te abrazo en este sofá tan nuestro, te muerdo los hombros, me araña tu barba y me dan la vida tus manos. Pero es domingo y son solo recuerdos.

Vuelvo al domingo de sándalo, al sofá solitario, a los calcetines polares y las ganas de sentirte. Y te siento donde no quiero: en la piel de otra, en su merienda, enredando en su ropa interior. Planeas cenas románticas en ese restaurante griego que te enseñé, pero con ella. Ríes, miras, follas, pero siempre con ella. O con otras y con ella. Eres tan feliz como no te mereces.